Además de los documentos del magisterio, las oraciones y los textos usados en nuestra liturgia nos pueden iluminar en el ejercicio del ministerio musical. Comparto esta pasaje del Oficio de Lecturas (1ra. semana del Tiempo Ordinario) de la Disertación de san Atanasio, obispo, Contra los gentiles:
Ninguna cosa de las que existen o son
hechas empezó a ser sino en el Verbo y por el Verbo, como nos enseña el
evangelista teólogo, cuando dice: Ya al comienzo de las cosas existía el Verbo,
y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Por él empezaron a existir todas
las cosas, y ninguna de las que existen empezó a ser sino por él. Así como el
músico, con la lira bien templada, ejecuta una armonía, combinando con los
recursos del arte los sonidos graves con los agudos y los intermedios, así
también la Sabiduría de Dios, teniendo en sus manos el universo como una lira,
une las cosas de la atmósfera con las de la tierra, y las del cielo con las de
la atmósfera, y las asocia todas unas con otras, gobernándolas con su voluntad y
beneplácito. De este modo produce un mundo unificado, hermosa y armoniosamente
ordenado, sin que por ello el Verbo de Dios deje de permanecer inmutable junto
al Padre, mientras pone en movimiento todas las cosas, según le place al Padre,
con la invariabilidad de su naturaleza. Todo, en definitiva, vive y se mantiene,
por donación suya, según su propio ser y, por él, compone una armonía admirable
y verdaderamente divina.
Tratemos de explicar esta verdad tan profunda
por medio de una imagen: pongamos el ejemplo de un coro numeroso. En un coro
compuesto de variedad de personas, de niños, mujeres, hombres maduros y
adolescentes, cada uno, bajo la batuta del director, canta según su naturaleza y
sus facultades: el hombre con voz de hombre, el niño con voz de niño, la mujer
con voz de mujer, el adolescente con voz de adolescente, y sin embargo de todo
el conjunto resulta una armonía. Otro ejemplo: nuestra alma pone simultáneamente
en movimiento todos nuestros sentidos, cada uno según su actividad específica, y
así, en presencia de algún estímulo exterior, todos a la vez se ponen en
movimiento: el ojo ve, el oído oye, la mano toca, el olfato huele, el gusto
gusta, y también sucede con frecuencia que actúan los demás miembros corporales,
por ejemplo, los pies se ponen a andar. De manera semejante acontece en la
creación en general. Ciertamente, los ejemplos aducidos no alcanzan a dar una
idea adecuada de la realidad, y por esto es necesaria una más profunda
comprensión de la verdad que quieren ilustrar.
Es decir, que todas las
cosas son gobernadas a un solo mandato del Verbo de Dios, de manera que,
ejerciendo cada ser su propia actividad, del conjunto resulta un orden
perfecto.
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