“EL CANTO RELIGIOSO POPULAR”
(Octavo de una serie de artículos conmemorativos del
50mo. aniversario de la Sacrosanctum
Concilium –SC-)
Continuamos
con esta serie de artículos conmemorativos del 50mo. aniversario de la Sacrosantum
Concilium (SC). Nos dice el 118 de esta constitución: Foméntese con empeño el canto religioso popular, de modo que en los
ejercicios piadosos y sagrados y en las mismas acciones litúrgicas, de acuerdo
con las normas y prescripciones de las rúbricas, resuenen las voces de los
fieles.
El papa Pío
Xll no la consideraba música litúrgica, sino íntimamente relacionada con la
misma por haber nacido de ella, aunque la admitía en la liturgia
circunstancialmente, como él mismo nos dice: Además de esta música, la más íntimamente relacionada con la sagrada
Liturgia de la Iglesia, existen (…) los cánticos religiosos populares, escritos
de ordinario en lengua vulgar. Aunque nacidos del mismo canto litúrgico, al
adaptarse más a la mentalidad y a los sentimientos de cada pueblo, se
diferencian no poco unos de otros, según la índole diversa de los pueblos y las
regiones. Para que estos cánticos produzcan fruto y provecho espiritual en el
pueblo cristiano es necesario que se ajusten plenamente a la doctrina de la fe
cristiana, que la presenten y expliquen en forma precisa, que utilicen una
lengua fácil y una música sencilla, que eviten la ampulosa y vana prolijidad en
las palabras y, por último, aun siendo cortos y fáciles, que se impronten en
una cierta dignidad y una cierta gravedad religiosa. Cánticos sagrados de este
tipo, nacidos de lo más íntimo del alma popular, mueven intensamente los
sentimientos del alma y excitan los efectos piadosos, y, al ser cantados en los
actos religiosos por todo el pueblo como con una sola voz, levantan con grande
eficacia las almas de los fieles a las cosas del cielo. Por eso, aunque hemos
escrito antes que no se deben emplear durante las misas cantadas solemnes sin
permiso especial de la Santa Sede, con todo en las misas rezadas pueden ayudar
mucho a que los fieles no asistan al santo sacrificio como espectadores mudos e
inactivos, sino que acompañen la sagrada acción con su espíritu y con su voz y
unan su piedad a las oraciones del sacerdote, con tal que esos cánticos se
adapten bien a las diversas partes de la misa, como con grande gozo sabemos que
se hace ya en muchas regiones del orbe católico (Músicæ Sacræ Disciplina
–MSD- 18) .
El canto
religioso popular podía cantarse sólo en las misas rezadas, no en las cantadas,
categorías desaparecidas en la forma ordinaria del rito romano. Su uso
principal de daba en los actos piadosos no litúrgicos (rosarios, “via crucis”,
misiones, etc.). La SC 118 promueve este canto no sólo en los actos piadosos,
sino en la liturgia misma. De hecho, Músicam Sacram (MS) la incluye como
uno de los géneros de música sagrada: Con el nombre de
música sagrada se designa aquí: el canto gregoriano, la polifonía sagrada
antigua y moderna, en sus distintos géneros, la música sagrada para órgano y
para otros instrumentos admitidos, y el canto sagrado popular,
litúrgico y religioso (MS 4b). El canto religioso popular debe contener de manera
sencilla la doctrina de la Iglesia y, para que sea idóneo para la liturgia,
debe responder al espíritu de la misma, según
nos dice MS 9: La Iglesia no rechaza en
las acciones litúrgicas ningún género de música sagrada, con tal que responda al espíritu de la misma
acción litúrgica y a la naturaleza de cada una de sus partes
y no impida la debida participación activa del pueblo.
Una de las
razones principales por la que la SC 118 promueve el canto religioso popular es
la participación de la asamblea en las acciones litúrgicas. Por tratarse de
cánticos sencillos y accesibles, al pueblo le resulta fácil la plena
participación a través de canto. Pero no se trata sólo de la participación: es
fundamental que ese canto exprese eficazmente nuestra fe. Muchos son los
cánticos religiosos que cantamos en nuestras comunidades cuyo texto es liviano
y vacío. Quizás son cánticos alegres y movidos, pero que no expresan la fe
católica en su integridad, fomentando concepciones religiosas no cónsonas con
nuestra fe. Cánticos que presentan a la Virgen María o al Espíritu Santo sin profundidad
ni seriedad. ¡Y los cantamos en nuestras Misas parroquiales! Quizás no hayamos
leído algún tratado teológico sobre X o Y tema de teología, pero un buen cántico
sencillo y rico en contenido, con un texto revestido de una melodía fácil y “pegajosa”
es capaz de catequizar e inculcar la doctrina cristiana mejor que cualquier
predicador o catequista. Los cantos religiosos, llenos de espíritu litúrgico,
contribuyen a la participación del pueblo en las celebraciones litúrgicas,
mientras sirve de complemento catequético al comunicar la fe católica tanto en
su texto como en su música. Sencillez y profundidad no se contraponen: el buen
compositor litúrgico -conocedor de música, liturgia y teología- debe saber
sintetizar métrica definida, doctrina cierta y clara -a la luz del Magisterio
de la Iglesia- melodía accesible para la asamblea, etc. Gran reto para los
compositores litúrgicos y para los responsables de la música litúrgica en
nuestras comunidades.