Los cultivadores de la música sagrada, dedicándose con renovado impulso a un sector de tan vital importancia, contribuirán a la maduración de la vida espiritual del pueblo de Dios (San Juan Pablo II).


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miércoles, 4 de enero de 2012

Características de la música litúrgica: LA BELLEZA

En mi pasado artículo sobre música y liturgia presenté el tema de la santidad como una de las 3 características que debe tener la música al servicio de la liturgia, según el papa San Pío X en su motu proprio Tra le sollecitudini (TLS) #2. En resumen, la santidad de la música sagrada implica su fin netamente litúrgico, excluyendo lo característico de la música secular; su consonancia con los ritos sagrados; su sentido espiritual y su capacidad para revestir musicalmente los textos litúrgicos apoyando los mismos. Al cumplir estas prescripciones en toda su plenitud, se habrá logrado debidamente la segunda condición de la música sagrada, la de ser obra verdaderamente artística (Músicæ Sacræ Disciplina –del Papa Pío XII- #12).

     La música litúrgica ha de tener como segunda característica la BELLEZA: ha de ser  buena música, según las posibilidades; debe tener arte verdadero, porque no es posible de otro modo que tenga sobre el ánimo de quien la oye aquella virtud que se propone la Iglesia al admitir en su liturgia el arte de los sonidos (TLS 2). El Directorio Litúrgico “La Eucaristía” –DEL-#117, de la Comisión Nacional de Liturgia de Puerto Rico destaca que la belleza que ha de ornar la música litúrgica hace que ésta última sea cónsona con las distintas partes de la celebración litúrgica en cuestión (nunca es “experimental”, bailable o de concierto –DEL- 117). El Beato Juan Pablo II nos recuerda que la belleza por sí sola no basta, pues la música litúrgica debe responder a sus requisitos específicos:  la plena adhesión a los textos que presenta, la consonancia con el tiempo y el momento litúrgico al que está destinada, y la adecuada correspondencia a los gestos que el rito propone. En efecto, los diversos momentos litúrgicos exigen una expresión musical propia, siempre idónea para expresar la naturaleza propia de un rito determinado (Quirógrafo 5).

     Para que la música en el culto católico sea bella tiene que haber una buena ejecución: Tanto los cantantes como los músicos en la iglesia en Puerto Rico son, en su gran mayoría, aficionados; no son profesionales. Con todo, la buena ejecución no significa necesariamente ser experto, sino esmerarse por hacer la mejor interpretación, según la capacidad que se tenga (DEL 117).

     La santidad de la música litúrgica está íntimamente ligada a su calidad y belleza ¿Qué tanta calidad tiene la música en nuestros ministerios? ¿Nos hemos esmerado por formarnos musicalmente para poder hacer buena música? ¿Nos instruimos en este campo sea a base de libros, clases, talleres, etc.? Los talentos no sólo se ponen al servicio de la comunidad (cosa muy loable), sino que han de desarrollarse según nuestras capacidades. Sigamos esmerándonos en ser buenos y mejores instrumentistas y cantantes litúrgicos, para que nuestro ministerio redunde para mayor gloria de Dios y para nuestra santificación (Cf. TLS 1).

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