“EL
TESORO DE LA MUSICA SAGRADA”
(Segundo
de una serie de artículos conmemorativos del 50mo. aniversario de la Sacrosanctum Concilium)
Continúo con esta exposición sobre lo que
pide Vaticano II respecto a la música en la liturgia. En el primer artículo
abundé sobre la lengua latina y la lengua vernácula. En esta ocasión
abundaremos sobre el “tesoro” de la música sagrada. La Constitución sobre la
Sagrada Liturgia Sacrosanctum Concilium
–SC- 114 dice: Consérvese y cultívese con sumo cuidado el tesoro de la música sacra. En artículos posteriores reflexionaremos sobre los distintos tipos de
música sagrada, por lo que en el presente escrito me centraré, partiendo de
esta cita conciliar, sobre la importancia de valorar lo que llamamos
cotidianamente las “canciones viejas”, en su mayoría post-conciliares.
Uno de las fórmulas erróneas que solemos
presentar en el campo de los coros parroquiales dice: “pasado-viejo= malo /
moderno/nuevo= bueno”. Despreciamos cánticos “clásicos” para darle cabida a
canciones nuevas. Hay que renovar e innovar, pero sin despreciar esas canciones
que gozan de cierta antigüedad. Hay que sacar del arca “o nuevo y lo antiguo”,
no sólo lo nuevo (Cf. Mt 13, 52).
Hay que recordar que estas canciones:
Hay que recordar que estas canciones:
1. Fueron compuestas para la liturgia: Estamos hablando de las canciones
litúrgicas –aclaro-. En lo que concierne
al tesoro musical tradicional, se pondrán de relieve, en primer lugar, las
obras que a las exigencias de la renovación litúrgica (Músicam sacram 52). Si estas
canciones “viejas” se adaptan a las exigencias litúrgicas post-conciliares,
¿por qué echarlas al cajón del olvido? Esas canciones tienen mucho que aportar
a la fe y a la devoción.
2. Fomentan la participación de la asamblea: Al ser canciones “viejas”,
todos la conocen y, por ende, todos la pueden cantar (Cf. SC 121). No han falta
tener el texto de frente, pues está grabado en nuestro “hard disk” mental.
3. Normalmente tienen buenos textos: Un valor que tienen estos cánticos
“viejos” es que sus textos suelen ser muy buenos, pues fueron compuestos para
la liturgia. Estos textos ayudan a centrarnos en la parte de la celebración
para los que fueron compuestos o en la fiesta litúrgica que se esté celebrando.
Estos cánticos son parte de ese tesoro de
la música sagrada. Si son apropiados para la liturgia post-conciliar, ¿por qué
no servirnos de ellos? Claro está: hay que componer música nueva apropiada para
el culto divino cuyos textos estén de acuerdo con la doctrina católica y cuya
fuente principal sea la Sagrada Escritura y los textos litúrgicos (Cf. SC 121).
Pero para esto hay hacen falta personas competentes, como veremos en el próximo
artículo.
LO QUE EL 90 POR CIENTO DE NUESTROS COROS NO HACEN.... EN FIN, YA QUE?
ResponderEliminarBueno.... pues reflexionar, renovarnos, crecer... sentir con la Iglesia.
ResponderEliminarPadre Miguel, Muuuy interesante su reflexión, soy músico profesional y me interesa mucho este tema, sobre todo el de la creación de nueva música para el culto echa con calidad y partiendo de la enorme tradición musical de la iglesia. Estaré atento a sus reflexiones.
ResponderEliminarLe agradezco su interés... Sigamos trabajando en pro de una liturgia que realmente nos lleve a Dios... y la música juega un muy buen papel...
ResponderEliminarPadre quisiera preguntar sobre la composición en su reflexión dice "hay que componer música nueva apropiada para el culto divino cuyos textos estén de acuerdo con la doctrina católica y cuya fuente principal sea la Sagrada Escritura y los textos litúrgicos" a que se refiere con música apropiada? a los textos o las rítmicas?, hay alguna restricción frente a ritmos?
ResponderEliminarSaludos Diana. Estamos hablando del texto, cuya fuente -en principio- deben ser las Sagradas Escrituras y los textos litúrgicos. En cuanto a los ritmos, los documentos "vaticanos" no dicen nada (que yo sepa)... pero sería bueno tener presente el siguiente criterio: ¿hasta qué punto nos ayudan a orar y a conectarnos con el misterio que celebramos? Que Dios le continúe bendiciendo con su gracia.
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