Recientemente pedí a mis estudiantes de música litúrgica leer y resumir
el “motu proprio” que San Pío X Tra
le sollecitudini –TLS- escribió en el 1903 y el Quirógrafo conmemorativo
por sus 100 años que el Beato Juan Pablo II escribió en el 2003. San Pío X,
avalado por el Beato Juan Pablo II, destacan lo que también la “Sacrosanctun
Concilium” del Vaticano II destacaron: la primacía del canto gregoriano. San
Pío X afirma que el canto gregoriano goza plenamente de las características de
la música sagrada, tan y como él mismo expuso en si “motu proprio”: santidad,
bondad de formas y universalidad[1].
Nos presenta también un criterio clave a la hora de reflexionar sobre la música
en la liturgia: una composición religiosa será más
sagrada y litúrgica cuanto más se acerque en aire, inspiración y sabor a la
melodía gregoriana, y será tanto menos digna del templo cuanto diste más de
este modelo soberano.[2] Añade nuestro santo que el antiguo canto gregoriano tradicional deberá restablecerse
ampliamente en las solemnidades del culto; teniéndose por bien sabido que
ninguna función religiosa perderá nada de su solemnidad aunque no se cante en
ella otra música que la gregoriana. Procúrese, especialmente, que el pueblo
vuelva a adquirir la costumbre de usar del canto gregoriano, para que los
fieles tomen de nuevo parte más activa en el oficio litúrgico, como solían
antiguamente[3]. Es muy evidente el deseo de San Pío X:
restaurar el gregoriano y que el mismo se cante en nuestras celebraciones
litúrgicas.
Cualquiera podría pensar: “caramba: este
escrito papal es del 1903, por lo que ya no tiene vigencia”. ¡Error! EL Beato
Juan Pablo II, al comentar el escrito de su predecesor, nos dice sobre el canto
gregoriano: Entre las expresiones musicales que
responden mejor a las cualidades requeridas por la noción de música sagrada,
especialmente de la litúrgica, ocupa un lugar particular el canto gregoriano.
El concilio Vaticano II lo reconoce como "canto propio de la liturgia
romana" (SC 116) al que es preciso reservar, en
igualdad de condiciones, el primer puesto en las acciones litúrgicas con canto
celebradas en lengua latina (MS 50). San Pío X explicó
que la Iglesia lo "heredó de los antiguos Padres", lo "ha
conservado celosamente durante el curso de los siglos en sus códices
litúrgicos" y lo "sigue proponiendo a los fieles" como suyo, considerándolo
"como modelo acabado de música sagrada" (TLS 3).
Por tanto, el canto gregoriano sigue
siendo también hoy elemento de unidad en la liturgia romana.
Recientemente compuse un Credo
de los Apóstoles con un estribillo con ritmo medido y con los artículos del
Credo con aire neo-gregoriano. El mismo fue difundido a las parroquias de mi
diócesis. Me resultó muy curioso la resistencia de algunos coralistas a cantar
la parte “gregoriana” sin siquiera haberla escuchado. ¿Por qué nos sentimos tan
intimidados por el canto gregoriano? Gracias a Dios las scholæ cantorum de mi parroquia lo han aprendido y ya lo cantan con
soltura, para gloria de Dios.
Hace poco enseñé mis alumnos de música
litúrgica el Attende Dómine, cántico indicador de la Cuaresma. Al principio…
la típica resistencia, pero al final terminaron cantándolo… ¡y en latín! También
les enseñé una versión en vernáculo que respeta la melodía y el aire
gregoriano, y fue una experiencia maravillosa el escuchar de sus labios tan
hermosa melodía.
La
única manera de restaurar el canto gregoriano en nuestras comunidades
parroquiales es cantándolo, dejando a un lado los miedos infundados que nos han
asaltado, los prejuicios post- conciliares que nos hacen ver lo antiguo como
malo y lo moderno como bueno, el vernáculo como sagrado y el latín como casi un
sacrilegio. ¡Cuán distinto es el sensus
Ecclesiæ! Sería maravilloso el “sentir
con la Iglesia” también en este punto inculcando en nuestras comunidades los
cánticos sencillos del gran tesoro gregoriano: el Pange lingua, la Salve
Regina, el Adorote devote, entre muchos otros. De esa forma
estaremos cultivando ese canto que es paradigma de la música litúrgica, tal y
como dijo San Pío X y como reafirmo el Beato Juan Pablo II: Con
respecto a las composiciones musicales litúrgicas, hago mía la "ley
general", que san Pío X formulaba en estos términos: "Una composición
religiosa será tanto más sagrada y litúrgica cuanto más se acerque en aire,
inspiración y sabor a la melodía gregoriana, y será tanto menos digna del
templo cuanto más diste de este modelo supremo"[4]. Sin
detrimento de las demás formas de música litúrgica, especialmente el canto
religioso popular, conviene resucitar aquel canto que nunca fue arrinconado por
Vaticano II: todo lo contrario, pues es el propio del rito latino y el que debe
de ocupar el primer lugar en la liturgia[5].
[1] Cf.
TLS 1-2
[2]
TLS 3
[3] Ib
[4] Quirógrafo
12
[5] SC
116
excelente artículo!
ResponderEliminarGracias Alejandro. Para glria de Dios...
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