Este no es
el momento para definir los distintos tiempos fuertes, aunque sí quisiera
destacar, para centrarnos en lo que nos interesa, que hay cánticos “exclusivos”
para cada tiempo fuerte y cánticos “amoldables” para estos tiempos litúrgicos.
Llamo “exclusivos” a aquellos cánticos que de ninguna manera pueden ajustarse a
un tiempo distinto al que fueron compuestos. Por ejemplo: Hacia Belén se
encamina[1]
es un cántico exclusivo de la segunda parte del Adviento. Ridículo sería
cantarlo en Navidad (ya la Virgen y su “amante esposo” han llegado hace raaato
a Belén), o en Cuaresma (mientras nos imponen las cenizas, por ejemplo), en
Pascua (mientras Jesús le muestra sus llagas a Santo Tomás…) o en cualquier
domingo del tiempo “durante el año” (o Tiempo Ordinario). Los cánticos
“amoldables” son aquellos que presentan temas de algún tiempo fuerte, pero
pueden cantarse en otros tiempos. Por ejemplo, la canción Tuyo soy[2]
(Yo no soy nada y del polvo nací…)
presenta temas cuaresmales: el amor de Cristo por nosotros, su pasión y muerte
en la cruz, nuestra pertenencia a Dios, etc., pero ¿quién dijo que este cántico
no se puede cantar en alguna celebración dominical en donde la Palabra de Dios
presente alguno de estos temas? La canción Saber que vendrás[3]
(En este mundo que Cristo nos da…) se
suele clasificar como de Adviento, pero es un cántico amoldable al Adviento
sólo por el estribillo: saber que
vendrás, saber que estarás partiendo a los pobres tu pan. Por su contexto
es un canto para la presentación de las ofrendas, y se puede cantar en el
Tiempo durante el Año.
En los
tiempos fuertes lo ideal sería cantar de ordinario cánticos “exclusos” de esos
tiempos. Estos cánticos se convierten automáticamente en indicadores del tiempo
fuerte en cuestión. ¿Quién no piensa en la Navidad al escuchar la canción Pastores,
a Belén[4]?
Se trata de un cántico indicador de la Navidad. Sería absurdo conectarnos con
otro tiempo litúrgico que no sea la Navidad al escuchar o cantar esta canción.
En el repertorio gregoriano cánticos como el Rorate Coeli indican el
Adviento y el Attende Dómine la Cuaresma. Ese efecto indicador se logra
sólo con los cánticos “exclusivos” para X o Y tiempo fuerte.
Para que un
cántico sea “indicador” debe presentar –a mi entender- varios factores. Hay que tomar en cuenta:
1. la intención del compositor: el compositor debe haber compuesto esa canción
“exclusivamente” para ese tiempo fuerte y no para otra circunstancia.
2.
el texto: el mismo debe estar impregnado de la espiritualidad de ese tiempo
fuerte, y a su vez, esa espiritualidad debe provenir de los textos litúrgicos
(Liturgia de las Horas –antífonas, salmos, lecturas- santa Misa -oraciones,
antífonas, prefacios-)[5].
3.
la música: la melodía, el tempo, la armonía, el tono y el ritmo deben aportar a
que nos conectemos con el tiempo fuerte que se quiera.
4.
el tiempo y la frecuencia: El texto debe corresponder de tal manera al tiempo
fuerte para el cual fue compuesto, que sea nadie se le ocurra cantarlo fuera de
ese tiempo. Debe cantarse con cierta frecuencia dentro del marco del tiempo
litúrgico para el cual fue compuesto, de tal manera que vayamos asociando ese
cántico con ese tiempo fuerte. Debe cantarse cada año – no cantarlo una vez
hasta dentro de 5 años-.
Lo cierto
es que nuestro repertorio para los tiempos fuertes tiene pocos cantos
“exclusivos” y muchos cantos “amoldables”. O peor aún: solemos seleccionar
cánticos del Tiempo durante el Año para cantarlos en los tiempos fuertes debido
a la escasez de repertorio “exclusivo" en nuestros coros parroquiales.
Ante la falta de cánticos pascuales en nuestro repertorio echamos mano a
cánticos que entonamos en los domingos ordinarios. Ciertamente esta práctica
debería ir desapareciendo al acrecentar nuestro repertorio para los tiempos
fuertes con cánticos “exclusivos” para estos tiempos.
Ante la
falta de formación musical en propiedad –teoría, solfeo, armonía, etc.- no
tenemos acceso a cantorales litúrgicos con música escrita, que en la mayoría de
los casos presentan no pocos cánticos idóneos para nuestras celebraciones
litúrgicas de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua. El depender casi
exclusivamente de grabaciones religioso-comerciales, aunque se trate de
cantantes católicos, es una limitación, conscientes de que estos hermanos
nuestros graban composiciones religiosas no siempre “exclusivamente” litúrgicas,
aunque sí –recalco- religiosas. Recordemos que, para que un cántico sea
“litúrgico” (apropiado para las acciones litúrgicas) no basta con que presente
un tema religioso. Ese es tema para otro artículo.
Ojalá que en
cada tiempo fuerte nos esmeremos por aprender un cántico “exclusivo” de ese
tiempo. Así acrecentamos el repertorio y contribuimos a mejorar la calidad
celebrativa en nuestras comunidades.
[1] Villancico de Puerto Rico; autor
desconocido
[2] Del compositor uruguayo Luis Alfredo Díaz
[3] De la canción secular Blowin’ the wind, del cantautor
norteamericano Bob Dylan, adaptada al español por Jesús García Toralba. En
principio, no debería cantarse en la liturgia, pues es un cántico secular revestido
de texto religioso (Obispos de Puerto Rico: Carta Pastoral en torno a
la Música Sagrada 16), pero al desconocer la canción original, no hacemos referencia a ella al cantar la versión “litúrgica”.
[4] Villancico de Puerto Rico; autor
desconocido
[5] Cf.
SC 121
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