La
Iglesia católica defiende y promueve todo lo que enaltezca al ser humano en su
integridad, en virtud de que Cristo, el Verbo Encarnado, dignifica y ennoblece
la naturaleza humana al asumirla. Ya lo decía san Pablo a los filipenses: ...todo
cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable,
todo cuanto sea virtud o valor, tenedlo en aprecio[1].
Y La música es uno de esos valores. Con la música los pueblos se desarrollan,
maduran, crecen, y la misma es como una
radiografía de ellos, de sus valores, de sus raíces, de su ser. Desde que
Cristóbal Colón arribó a “Las Indias”, este nuevo mundo comenzó a conocer la
“radiografía” de los colonizadores españoles. Estos trajeron su religión, su
cultura y su música. Fueron hombres decididos y con profundas convicciones
religiosas que conquistaron un Nuevo Mundo y se dispusieron a abrirlo a su fe,
a su cultura y, como parte de ella, a su música[2].
Religión, cultura y música. Tres elementos fundamentales que se entrelazan
entre sí. La cultura implica, entre muchas cosas, aspectos religiosos y
artístico-musicales. Por la religión rendimos culto a nuestro Creador sin
prescindir de nuestra forma de ser como pueblo, sin dejar atrás el papel de la
música como expresión cultual de esa fe. La música nos puede sintonizar tanto
con lo sagrado como con nosotros mismos.
Son tres elementos que se han fusionado sin compasión para forjar
nuestra identidad patria.
Centrémonos
en los aportes de la Religión Católica en la formación y desarrollo de lo que
es nuestra música, parte imprescindible de nuestra cultura puertorriqueña.
Desde los inicios de la colonización, los españoles nos trajeron su música y su
religión, su “radiografía” como pueblo. Los misioneros españoles transmitieron
la fe católica a los indios sin prescindir del canto gregoriano[3];
ya en 1598, por órdenes del primer Obispo de Puerto Rico, Alonso Manso, había
un órgano en la catedral de San Juan con 6 capellanes de coro, organista y
“chantre” (cantor)[4].
La música peninsular fue haciéndose propia al irse adaptando a la vida y a las
costumbres de los insulares.
La música religiosa influenció grandemente
en los gustos musicales de este nuevo pueblo que iba surgiendo. Entre las formas musicales a las que nos
referimos sobresale el villancico, forma poético musical de origen
español (ss. XV-XVI) que tocaba temas cristianos (relatos navideños u otros
temas bíblicos). Esta forma poético-musical, como suele pasar en estos casos,
fue amoldándose a la nueva cultura que iba surgiendo, diferenciándose poco a
poco del original español. El villancico, que en un principio era a 4 voces,
pasa a ser un canto monofónico. Del uso cultual se fue adaptando al uso
popular; en las iglesias se acompañaba con órgano o armonio, y en la calle, con instrumentos de cuerda[5].
El aguinaldo, también de origen español aunque con temas más profanos y con
características musicales propias, gozaba de un carácter religioso al sur de
España. En las navidades andaluzas, grupos de personas iban cantando aguinaldos
casa por casa, buscando precisamente “aguinaldos” u obsequios[6],
emulando la búsqueda de posada por parte de la Virgen María y San José,
tradición española que revistió unas características muy particulares en Puerto
Rico con las tradicionales “parrandas”, y en el resto de Latinoamérica con la
llamadas “posadas”, elementos culturales de inspiración cristiana (al menos en
sus orígenes). Hoy el aguinaldo entendido en su sentido original, se conserva
sobre todo en el período pre-navideño y navideño. En el culto católico no
pueden faltar los aguinaldos en el novenario de misas que llevan este nombre
(Misas de “Aguinaldo”), desde el 16 de diciembre hasta el 24 de este mismo mes[7],
celebradas originalmente a las 5:00 ó 5:30AM, antes de que salga el sol, con la
idea de que:
Los últimos
aguinaldos alusivos a la salida del sol material, símbolo del Sol Espiritual
–Cristo Jesús- coincidan con la aurora, o sea, las 6:00 de la mañana[8].
Sería
un pecado no cantar aguinaldos en estas misas, o celebrarlas a las 7:00 PM
(...). Igualmente se cantan aguinaldos en la Misa de Gallo, la Misa navideña de
medianoche entre el 24 y el 25 de diciembre[9].
Esta modalidad musical acompaña las fiestas navideñas hasta la celebración de
la Epifanía, mejor conocida como el día de los Reyes, y durante su Octava o,
inclusive, Quincena[10].
Otra aportación del catolicismo a
nuestro folclore musical la vemos en los Rosarios Cantados, tradición de
profundas raíces católicas. Surge de la oración diaria, practicada (por órdenes
constantes de la Corte Real a las Indias) por los hacendados y los esclavos. Se
aprendía el Catecismo y se rezaba diariamente el Rosario[11].
Después de los rezos había un momento de distensión bailable. ¡Se bailaba
después del Rosario! Con el correr de los años fueron surgiendo tres tipos de
Rosario Cantado: Los que se rezaban por las almas del Purgatorio (por las
benditas ánimas), los que se rezaban para pagar alguna promesa, que se
rezaban en la Iglesia y se cantaban “a capella”, aunque hoy admiten
instrumentos musicales (cuatro, guitarra, güiro y otros). La tercera modalidad
son los Rosarios de Cruz, mejor conocidos como
las Fiestas de Cruz. Están
dirigidos tanto a este instrumento en donde murió Jesucristo como a la Virgen, a Cristo mismo y al mes de mayo,
mes en el que se celebraba la antigua fiesta de la Invención de la Santa Cruz,
fiesta que en otros lugares aún se celebra, como en el Municipio de Bayamón[12]. Provienen de Andalucía, donde se rezaba el
Rosario a la Virgen María y se hacían bailes con o sin cantos, en honor a la
Cruz. Luego se comían golosinas con vino o refrescos[13].
La modalidad boricua de estos Rosarios es autóctona, propia de nuestro pueblo,
con bellos cánticos transmitidos por muchas generaciones vía tradición oral,
cuya música y ritmos varían según la época y el lugar en donde se practique
esta devoción[14].
Lo bailable fue excluido de nuestra tradición, al igual que el Rosario a la
Virgen.
En este brevísimo recorrido hemos visto
algunas aportaciones de la Iglesia Católica a nuestra música: la música
navideña con sus villancicos y aguinaldos, los Rosarios Cantados y las Fiestas
de Cruz. Estas costumbres pertenecen al patrimonio cultural y musical
puertorriqueño, aunque tengan una directa inspiración española, pues de España
las recibimos y aquí evolucionaron hasta tener una identidad autóctona. El
elemento proveniente de los ibéricos y que no debe perderse es el elemento
religioso, cristiano, que es medular en todas estas prácticas religiosas.
Ignorar este elemento o –peor aún- eliminarlo redundaría en un terrible daño no solo a nuestra piedad
cristiana, sino a nosotros mismos como pueblo, pues estaríamos adulterando
nuestra cultura. Quitarle lo esencial a un ente, es destruirlo. Pienso
específicamente en la música que gira en torno a la Navidad. Este tiempo fuerte
de la liturgia católica surgió originalmente del paganismo, pues se sustituyó
la fiesta romana del Sol Invicto, que se celebraba en el solsticio de invierno,
en donde el día comienza a vencer poco a poco a la noche en duración. El Sol
Invicto es, como decíamos antes, Jesucristo, el Sol que nace de lo alto[15].
Hoy se ve el fenómeno contrario: la paganización de una fiesta cristiana, con
la introducción de músicas con letras que invitan al licor excesivo, a la comelata
viciosa y a muchas cosas muy lejanas a las enseñanzas de Aquel cuyo
nacimiento decimos celebrar. Este es un ejemplo de una fiesta netamente
cristiana que está perdiendo su norte. Sí, hay que promover las rectas
tradiciones de nuestro pueblo, pero sin perder su sentido original –en este
caso- cristiano. De lo contrario no sólo estaríamos adulterando la fe misma,
sino también nuestra cultura puertorriqueña. Este es un gran reto que tenemos:
salvaguardar nuestra música y nuestra cultura, evitando que se esfume su
sentido original cristiano.
[1] Fil 4,8
[2] cf. María Luisa Muñoz, La música en Puerto Rico (panorama
histórico- cultural) The Troutman Press, (Sharon Conneticut), 1961, pag 26.
[3] cf. La Gran Enciclopedia de Puerto Rico, Ed. R, Madrid
(España), T. VII, pag. 41
[4] cf. Pedro Malavet Vega, Historia de la Canción Popular en Puerto
Rico(1493-1898), pags. 103-104
[5] cf. La Gran Enciclopedia de Puerto Rico, Ed. R, Madrid
(España), T. VII, pag. 15-16
[6] De la palabra celta iguinand, que significa “regalo” (Colecciones
Puertorriqueñas, The Trutman Press (Sharon Conneticut), 1983, pag. 49)
[7] Cf. Catherine Dower, Puerto Rican music following the spanish
american war, University Press of America, (USA), 1983, Pag. 82.
[8] Colecciones Puertorriqueñas, The Trutman Press (Sharon
Conneticut), 1983, pag. 61 (tomado del Rvdo Juan Viera Rivera, Almanaque de
Humacao, 1928).
[9] cf. La Gran Enciclopedia de Puerto Rico, Ed. R, Madrid
(España), T. VII, pag. 17.
[10] cf. María Luisa Muñoz, La música en Puerto Rico (panorama
histórico- cultural) The Troutman Press, (Sharon Conneticut), 1961, pags.
40-41.
[11] cf. La Gran Enciclopedia de Puerto Rico, Ed. R, Madrid
(España), T. VII, pag. 58
[12] Sus fiestas patronales son el 3 de mayo, fiesta de la Invención de
la Santa Cruz.
[13] cf. La Gran Enciclopedia de Puerto Rico, Ed. R, Madrid
(España), T. VII, pag. 60.
[14] Cf. Pedro Malavet Vega, Historia de la Canción Popular en Puerto
Rico (1493-1898), pag. 123; cf. La Gran Enciclopedia de Puerto Rico,
Ed. R, Madrid (España), T. VII, pag. 64.
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