EL BANQUETE MUSICAL EN LA PASCUA
El
tiempo pascual, tiempo de celebración gozosa por la victoria de Cristo sobre la
muerte y el pecado, fue preparado por la Cuaresma, tiempo de penitencia y austeridad.
En la liturgia todo es comunicativo y nos ha de vincular con el misterio
salvífico de Cristo. La música ha de contribuir a alcanzar un encuentro con
Cristo Resucitado y presente en la liturgia. Si en Cuaresma fuimos austeros en
el canto haciendo un AYUNO MUSICAL, en Pascua hemos de ser festivos y
desbordantes de gozo: debemos tener un BANQUETE MUSICAL. Si nos privamos del
uso de algunos instrumentos musicales, ahora los usamos para comunicar la
alegría propia de la Pascua.
El
tiempo pascual consta de 3 partes: la Octava de Pascua, ocho días que
prolongan el domingo de Pascua desde el Domingo de Resurrección hasta el
domingo siguiente; desde el lunes de la segunda semana de Pascua hasta la
solemnidad de la Ascensión, exclusive, días que han de ser vividos como “un
gran domingo”, como una experiencia dominical[1];
y desde la solemnidad de la Ascensión hasta Pentecostés. Exploremos el tiempo
de Pascua y su música.
Los
cantos procesionales (entrada, ofrendas, comunión y salida), deben de ser
exclusivos de este tiempo litúrgico[2].
En la Octava de Pascua podríamos usar los mismos cánticos del domingo de
Pascua, una manera de comunicar el carácter extensivo de este domingo en la
semana que le sucede. Para los domingos de Pascua es muy recomendable sustituir
el acto penitencial por el rito de la aspersión. El cántico del Vidi Aquam u otro cántico de carácter
bautismal-pascual se entona mientras se asperja al pueblo.
El Aleluya se suprimió en la Cuaresma para
darle todo su realce en la Pascua. Esta aclamación debe destacarse en toda la
Pascua, sobretodo los domingos. ¿Por qué no buscar melodías exclusivas que
identifiquen musicalmente la Pascua y que no se utilicen durante el año? Lo
mismo podríamos aplicar a los cánticos del Ordinario para los distintos tiempos
fuertes. Los responsorios de los salmos responsoriales de este tiempo pueden
sustituirse por el Aleluya. La
liturgia misma nos invita a cantar con fuerza e insistencia esta aclamación
hebrea (=alaben a Yahvéh). Para las Misa del Domingo de Resurrección, de la
Octava y Pentecostés el diácono despide al pueblo con el doble Aleluya. La
melodía melismática del misal es muy hermosa y exclusiva de la Pascua. Habría
que ensayarla con el pueblo para que el mismo participe activamente en esa
despedida cantando la respuesta.
Para
el día de Pascua –compulsorio- y para la Octava pascua –opcional- cantamos la
secuencia Victimæ Paschali Laudes,
cuyo texto en vernáculo está en el leccionario. Es muy oportuno aprender alguna
de las melodías existentes y hacerla parte de la vida litúrgica de nuestras
comunidades.
El Credo no suele ser cantado, pero podría
destacarse a nivel musical en el tiempo de Pascua. El Credo de los apóstoles
resulta apropiado para este tiempo[3].
Si se canta, lo inicia
el sacerdote, o según las circunstancias, el cantor o los cantores, pero será
cantado o por todos juntamente, o por el pueblo alternando con los cantores[4].
Algunas sugerencias adicionales para el tiempo de Pascua:
1.
Esforzarse
por aprender cada año un cántico de Pascua diferente y enseñarlo a la asamblea.
2.
Tener
cánticos del Ordinario propios para la Pascua (Señor, ten piedad; Santo;
Cordero, etc.), de modo que sirvan de “indicadores” de la Pascua.
3.
Lo
ideal es que tengamos un buen repertorio para que los 4 cantos procesionales
sean de Pascua[5]. Esa es una tarea que los coros deben realizar al menos unos pocos meses
antes de este tiempo.
4.
Igualmente
conviene buscar cánticos apropiados para las solemnidades de la
Ascensión y Pentecostés.
Que nuestro ministerio musical bien ejercido en el seno de nuestras
parroquias contribuya para una participación más consciente, activa y piadosa
en nuestras celebraciones litúrgicas.
[1] Cf. Carta circular sobre las fiestas
pascuales –CCFP- 100
[2] Cf. Comisión Episcopal Estadounidense de Liturgia:
La Música en el Culto Católico, 61-62.
[3] “Misal Romano”: Ordinario
de la Misa 17.
[4] Ordenación General del
Misal Romano 68.
[5] Cf. Comisión Episcopal Estadounidense de Liturgia:
La Música en el Culto Católico, 61-62.
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