Los cultivadores de la música sagrada, dedicándose con renovado impulso a un sector de tan vital importancia, contribuirán a la maduración de la vida espiritual del pueblo de Dios (San Juan Pablo II).


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jueves, 12 de abril de 2012


EL BANQUETE MUSICAL EN LA PASCUA



     El tiempo pascual, tiempo de celebración gozosa por la victoria de Cristo sobre la muerte y el pecado, fue preparado por la Cuaresma, tiempo de penitencia y austeridad. En la liturgia todo es comunicativo y nos ha de vincular con el misterio salvífico de Cristo. La música ha de contribuir a alcanzar un encuentro con Cristo Resucitado y presente en la liturgia. Si en Cuaresma fuimos austeros en el canto haciendo un AYUNO MUSICAL, en Pascua hemos de ser festivos y desbordantes de gozo: debemos tener un BANQUETE MUSICAL. Si nos privamos del uso de algunos instrumentos musicales, ahora los usamos para comunicar la alegría propia de la Pascua.

     El tiempo pascual consta de 3 partes: la Octava de Pascua, ocho días que prolongan el domingo de Pascua desde el Domingo de Resurrección hasta el domingo siguiente; desde el lunes de la segunda semana de Pascua hasta la solemnidad de la Ascensión, exclusive, días que han de ser vividos como “un gran domingo”, como una experiencia dominical[1]; y desde la solemnidad de la Ascensión hasta Pentecostés. Exploremos el tiempo de Pascua y su música.

     Los cantos procesionales (entrada, ofrendas, comunión y salida), deben de ser exclusivos de este tiempo litúrgico[2]. En la Octava de Pascua podríamos usar los mismos cánticos del domingo de Pascua, una manera de comunicar el carácter extensivo de este domingo en la semana que le sucede. Para los domingos de Pascua es muy recomendable sustituir el acto penitencial por el rito de la aspersión. El cántico del Vidi Aquam u otro cántico de carácter bautismal-pascual se entona mientras se asperja al pueblo.

     El Aleluya se suprimió en la Cuaresma para darle todo su realce en la Pascua. Esta aclamación debe destacarse en toda la Pascua, sobretodo los domingos. ¿Por qué no buscar melodías exclusivas que identifiquen musicalmente la Pascua y que no se utilicen durante el año? Lo mismo podríamos aplicar a los cánticos del Ordinario para los distintos tiempos fuertes. Los responsorios de los salmos responsoriales de este tiempo pueden sustituirse por el Aleluya. La liturgia misma nos invita a cantar con fuerza e insistencia esta aclamación hebrea (=alaben a Yahvéh). Para las Misa del Domingo de Resurrección, de la Octava y Pentecostés el diácono despide al pueblo con el doble Aleluya. La melodía melismática del misal es muy hermosa y exclusiva de la Pascua. Habría que ensayarla con el pueblo para que el mismo participe activamente en esa despedida cantando la respuesta.    

     Para el día de Pascua –compulsorio- y para la Octava pascua –opcional- cantamos la secuencia Victimæ Paschali Laudes, cuyo texto en vernáculo está en el leccionario. Es muy oportuno aprender alguna de las melodías existentes y hacerla parte de la vida litúrgica de nuestras comunidades.      

     El Credo no suele ser cantado, pero podría destacarse a nivel musical en el tiempo de Pascua. El Credo de los apóstoles resulta apropiado para este tiempo[3]. Si se canta, lo inicia el sacerdote, o según las circunstancias, el cantor o los cantores, pero será cantado o por todos juntamente, o por el pueblo alternando con los cantores[4].


Algunas sugerencias adicionales para el tiempo de Pascua:

1.      Esforzarse por aprender cada año un cántico de Pascua diferente y enseñarlo a la asamblea.

2.      Tener cánticos del Ordinario propios para la Pascua (Señor, ten piedad; Santo; Cordero, etc.), de modo que sirvan de “indicadores” de la Pascua.

3.      Lo ideal es que tengamos un buen repertorio para que los 4 cantos procesionales sean de Pascua[5]. Esa es una tarea que los coros deben realizar al menos unos pocos meses antes de este tiempo.

4.      Igualmente conviene buscar cánticos apropiados para las solemnidades de la Ascensión y Pentecostés.

Que nuestro ministerio musical bien ejercido en el seno de nuestras parroquias contribuya para una participación más consciente, activa y piadosa en nuestras celebraciones litúrgicas.





[1] Cf. Carta circular sobre las fiestas pascuales –CCFP- 100
[2] Cf.  Comisión Episcopal Estadounidense de Liturgia: La Música en el Culto Católico,  61-62.
[3] “Misal Romano”: Ordinario de la Misa 17.
[4] Ordenación General del Misal Romano 68.
[5] Cf.  Comisión Episcopal Estadounidense de Liturgia: La Música en el Culto Católico,  61-62.

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