Los cultivadores de la música sagrada, dedicándose con renovado impulso a un sector de tan vital importancia, contribuirán a la maduración de la vida espiritual del pueblo de Dios (San Juan Pablo II).


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sábado, 19 de mayo de 2012


las características Y LOS FINES de la musica en la liturgia

según el papa San Pío X  en su documento Tra le sollecitudini

Comparto con los lectores de este blog un resumen de una charla que ofrecí a los ministerios musicales de mi parroquia San Fernando Rey (Toa Alta, Puerto Rico) sobre las características de la música litúrgica y los fines de la música en el culto divino, según el magisterio de San Pío X.


A. Características

1.    SANTIDAD:

a.    Que excluya lo profano en la melodía y en la interpretación;

b.    que esté vinculada estrechamente a la acción litúrgica por haber sido hecha para la misma;

c.    que posea sentido de oración, llevándonos a contemplar el misterio;

d.    que preferiblemente parta de textos bíblicos, litúrgicos o hagiográficos.



Se pueden revisar los textos de los cánticos y ver su procedencia. No es mala idea meditar y orar con los textos de los cánticos que solemos entonar. Así los asimilamos mejor y, habiéndolos hecho nuestros, ejerceremos mejor nuestro ministerio.


2.    BELLEZA (o “bondad de formas” o “arte verdadero”):

a.    Que sea arte verdadero (según las posibilidades de los ministerios musicales);

b.    que sea bien ejecutada tanto por los coralistas como por los instrumentistas;

c.    que haya consonancia entre música y celebración litúrgica particular o la parte de la celebración que lleve música;

d.    igualmente que haya consonancia entre texto y música.



Los ministros de la música deben de estar siempre abiertos a aprender, a mejorar sus destrezas musicales y a conocer mejor la liturgia a la que sirven. No todo el mundo tiene talento para la música, por lo que los que no saben cantar deben buscar en qué áreas pueden servir mejor a su comunidad. Si tenemos ese talento, hay que desarrollarlo con humildad.




3.    UNIVERSALIDAD:

a.    Que, aun teniendo la música características propias de nuestro pueblo, ningún extranjero se sienta incómodo al escucharla;

b.    que se abra a la inculturación, pero sin caer en la ligereza o la superficialidad, respetando las acciones litúrgicas.



Sin excluir nada de lo tocante a la inculturación, es importante abrirse a la universalidad de la Iglesia aprendiendo cánticos sencillos en latín propios del repertorio musical católico, tal y como ha pedido la Iglesia (Sacrosanttum Concilium 117; Musicam Sacram 47). Este repertorio nos ayuda a redescubrir nuestra catolicidad al unirnos a la tradición (pues gran parte de este repertorio el de siglos) y al orbe católico. Cantar a una estos bellos himnos en las grandes celebraciones papales en Roma o en otros lugares es una experiencia única de Iglesia católica.



B. Fines


1.    LA GLORIA DE DIOS: La música para la liturgia ha de tener ese enfoque “vertical ascendente”, pues no es un “show para un público”. No es un concierto. Así como la liturgia es para Dios, su música también lo es. La misma contribuye a aumentar el decoro y esplendor de las solemnidades religiosas trayendo el cielo a la tierra. El ministerio musical está en función exclusiva de la liturgia, no del ministerio en sí. La música no es el fin, sino un medio que sirve a la liturgia en su finalidad “latréutica” (=de adoración).



2.    LA SANTIFICACION DE LOS FIELES: Ese glorificar a Dios redunda a nuestra santificación. Dios no gana nada con nuestras alabanzas: nosotros somos los que, al acercarnos a Él por la plegaria cantada en la liturgia, nos santificamos. Esa santificación por la liturgia y su música contribuye en nuestra vida cotidiana fomentando nuestra espiritualidad traducida en caridad. Por eso este fin de la liturgia y la música litúrgica es también “horizontal”: nuestras alabanzas a Dios nos traen gracias de Dios que repercuten no en Dios, sino en nosotros. ¿Hasta qué punto mi relación con Dios y con mis hermanos ha mejorado a través del ministerio de música?