Los cultivadores de la música sagrada, dedicándose con renovado impulso a un sector de tan vital importancia, contribuirán a la maduración de la vida espiritual del pueblo de Dios (San Juan Pablo II).


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sábado, 14 de enero de 2012

San Atanasio y la música

Además de los documentos del magisterio, las oraciones y los textos usados en nuestra liturgia nos pueden iluminar en el ejercicio del ministerio musical. Comparto esta pasaje del Oficio de Lecturas (1ra. semana del Tiempo Ordinario) de la Disertación de san Atanasio, obispo, Contra los gentiles:

Ninguna cosa de las que existen o son hechas empezó a ser sino en el Verbo y por el Verbo, como nos enseña el evangelista teólogo, cuando dice: Ya al comienzo de las cosas existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Por él empezaron a existir todas las cosas, y ninguna de las que existen empezó a ser sino por él. Así como el músico, con la lira bien templada, ejecuta una armonía, combinando con los recursos del arte los sonidos graves con los agudos y los intermedios, así también la Sabiduría de Dios, teniendo en sus manos el universo como una lira, une las cosas de la atmósfera con las de la tierra, y las del cielo con las de la atmósfera, y las asocia todas unas con otras, gobernándolas con su voluntad y beneplácito. De este modo produce un mundo unificado, hermosa y armoniosamente ordenado, sin que por ello el Verbo de Dios deje de permanecer inmutable junto al Padre, mientras pone en movimiento todas las cosas, según le place al Padre, con la invariabilidad de su naturaleza. Todo, en definitiva, vive y se mantiene, por donación suya, según su propio ser y, por él, compone una armonía admirable y verdaderamente divina.

Tratemos de explicar esta verdad tan profunda por medio de una imagen: pongamos el ejemplo de un coro numeroso. En un coro compuesto de variedad de personas, de niños, mujeres, hombres maduros y adolescentes, cada uno, bajo la batuta del director, canta según su naturaleza y sus facultades: el hombre con voz de hombre, el niño con voz de niño, la mujer con voz de mujer, el adolescente con voz de adolescente, y sin embargo de todo el conjunto resulta una armonía. Otro ejemplo: nuestra alma pone simultáneamente en movimiento todos nuestros sentidos, cada uno según su actividad específica, y así, en presencia de algún estímulo exterior, todos a la vez se ponen en movimiento: el ojo ve, el oído oye, la mano toca, el olfato huele, el gusto gusta, y también sucede con frecuencia que actúan los demás miembros corporales, por ejemplo, los pies se ponen a andar. De manera semejante acontece en la creación en general. Ciertamente, los ejemplos aducidos no alcanzan a dar una idea adecuada de la realidad, y por esto es necesaria una más profunda comprensión de la verdad que quieren ilustrar.

Es decir, que todas las cosas son gobernadas a un solo mandato del Verbo de Dios, de manera que, ejerciendo cada ser su propia actividad, del conjunto resulta un orden perfecto.

miércoles, 11 de enero de 2012

LA CUARESMA Y LA MUSICA LITURGICA

Por: P. Miguel A. Trinidad Fonseca


    Al tiempo de Navidad le sigue el Tiempo Ordinario, tiempo que se interrumpe el martes previa al Miércoles de Ceniza, día que marca el inicio de la Cuaresma. Con este tiempo penitencial la liturgia adquiere otra tónica y la música -obviamente- no puede ir en otra dirección. Para beneficio de nuestros ministerios de música comparto algunas cosas referentes a este tiempo penitencial de nuestra Iglesia:
     El tiempo de Cuaresma está ordenada a la preparación de la Pascua: la liturgia cuaresmal prepara…tanto a los catecúmenos (=los adultos que se preparan para ser bautizados) como a los fieles que recuerdan el bautismo y hacen penitencia (Normas universales sobre el año litúrgico –NUAL- 27). Su duración es desde el Miércoles de Ceniza hasta el Jueves Santo, antes de la Misa de la Cena del Señor. Se compone de cinco domingos más el Domingo de Ramos: unas seis semanas. El color litúrgico es el morado (=penitencia). La Cuaresma se divide en 3 etapas:

1.      Desde el Miércoles de ceniza hasta el sábado después de ceniza: tiempo que sirve de introducción para la Cuaresma.
2.      Las cinco semanas siguientes con sus respectivos domingos: los primeros dos domingos de Cuaresma siempre escuchamos los relatos de las tentaciones del Señor en el desierto y la transfiguración, respectivamente. Estas semanas constituyen el núcleo de la Cuaresma. La quinta semana tiene un carácter más penitencial y nos prepara para la...
3.      Semana Santa: Comienza el Domingo de Ramos y culmina el Domingo de Resurrección.


     Los cantos en las celebraciones (cuaresmales), y especialmente en la Misa, así como en los ejercicios piadosos, han de ser conformes al espíritu de este tiempo y corresponder lo más posible a los textos litúrgicos (NUAL 19). A la hora de seleccionar los cantos hay que tener este principio en cuenta. ¿Por qué no esforzarnos en aprender cánticos exclusivamente cuaresmales y dejar los demás para sus respectivos momentos? Así como los signos cuaresmales han de florecer en nuestros templos (manteles morados, ausencia de flores...) igualmente su música tiene que envolvernos en la mística de este tiempo penitencial. No olvidemos que en los domingos de Cuaresma no cantamos el himno del “Gloria”, aunque sí en las solemnidades de San José y la Anunciación. No cantamos el Aleluya en la Cuaresma, nosoquiera en las solemnidades mencionadas (Cf. NUAL 28). La Iglesia recomienda cantar las letanías de los santos como cántico de entrada en el primer domingo de Cuaresma, siguiendo la antiquísima tradición de las estaciones romanas, invocando a aquellos que se asociaron a la pasión de Jesús aquí en la tierra y ahora gozan eternamente en la Jerusalén del Cielo (Cf. NUAL 23).

     De Música Sacra 81 (Pío XII, del 1958) prohibió el uso de los instrumentos musicales en Cuaresma y Adviento. Músicam Sacram 66 (del 1967) permitió el uso de instrumentos musicales sólo para sostener el canto (o sea, no deben usarse si no es con las voces), excepto en el cuarto domingo de Cuaresma, fiestas y solemnidades que coincidiesen con este tiempo, en donde se puede recurrir a la música instrumental. Sería muy bueno, durante la Cuaresma, restringir el uso de instrumentos musicales al mínimo (quizás una guitarra), sólo para sostener el canto, por no proponer el eliminar los instrumentos musicales, convirtiendo esta eliminación temporera en un signo de austeridad penitencial en la liturgia misma y en un elemento pedagógico para la comunidad,  pues este signo está en función de la alegría que ha de caracterizar la Pascua. Si en Cuaresma tenemos cantos con muchos instrumentos y/o cantos que entonamos en cualquier momento del año, ¿qué diferencia estamos transmitiendo en nuestras liturgias entre la Cuaresma y el resto del año litúrgico? (Cf.  Ceremonial de Obispos 236). La austeridad cuaresmal ha de reflejarse también en la música.    

     Además de lo ya expuesto, comparto algunas ideas que muy bien podríamos poner en práctica.    

1.      Esforzarse por aprender cada año un cántico exclusivamente cuaresmal y enseñarlo a la asamblea.

2.      Tener cánticos del Ordinario (Señor, ten piedad; Santo; Cordero, etc.) y cánticos procesionales (entrada, ofertorio, comunión y salida) propios y exclusivos para la Cuaresma, de modo que sirvan de “indicadores” de la misma.

3.      Algunos liturgistas sugieren el no cantar el cántico de salida, como señal de penitencia. Es una posibilidad viable.

4.      El cuarto domingo de Cuaresma es conocido como el “Domingo Lætare” (del gozo). Sería bueno conseguir o componer algún cántico cuaresmal que toque el tema de la alegría. Cuaresma / Penitencia no es sinónimo de Tristeza. La Cuaresma nos lleva hacia la Pascua. En ese domingo, como ya expuse, podemos servirnos música instrumental y de música más festiva. Se trata de un anticipo de la Pascua.

 Que nuestro ministerio bien ejercido contribuya a una mejor vivencia de la Cuaresma.


jueves, 5 de enero de 2012

LAS MISAS DE AGUINALDO: TEOLOGIA, CULTURA Y MUSICA

Por: P. Miguel A. Trinidad Fonseca
 

     Sin duda alguna que las “Misas de Aguinaldo” son parte de la tradición religioso-popular de Puerto Rico. Ya lo insinuó Bobby Capó en su salsa navideña: Yo quiero ir a mi pueblo / allá pa’ las navidades / oír Misa de Aguinaldo / salir después a la calle.
     Las Misas de Aguinaldo consisten en 9 misas celebradas desde el 16 hasta el 24 de diciembre, inclusive, a modo de preparación para la solemnidad y el tiempo de Navidad. Tienen su origen en la devoción hispánica de la expectación del Parto de la Virgen María. El Obispo Don Alonso Manso trajo esta devoción a nuestra Isla desde la catedral de Sevilla, a la cual nuestra diócesis de Puerto Rico estuvo vinculada[1]. En la actualidad, estas misas comienzan con la celebración de la Expectación del Parto de la Virgen María, que en el presente celebramos el 16 de diciembre.
     Estas celebraciones caen dentro de la segunda parte del Adviento (desde 17 hasta la mañana del 24 de diciembre), que, a diferencia de la primera parte (la cual toca el tema de la segunda venida del Señor), nos prepara para celebrar el nacimiento histórico de nuestro Salvador.
     Para que podamos llamarlas “de aguinaldo”, hay que celebrarlas antes de que salga el sol. Madrugamos para celebrar la santa Misa aguardando la venida del Cristo, representado por el sol astronómico, con nuestras lámparas encendidas, en vigilia, como las vírgenes prudentes del evangelio (cf. Mt 25, 1-13). Estas misas se celebran de madrugada, a las cinco y media de la mañana, de manera que los últimos aguinaldos alusivos a la salida del sol material, símbolo del Sol Espiritual –Cristo Jesús- coincidan con la aurora, o sea, las 6:00 de la mañana[2]. Con las Misas de Aguinaldo manifestamos nuestro deseo de que Cristo-Sol renazca en nosotros: Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el Sol que nace de lo alto (Lc 1, 78). En la Misa aclamamos al Señor diciendo: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús: la Misa implica una actitud de espera vigilante a la venida del Señor, y las Misas de Aguinaldo destacan esta riqueza. Excelente preparación para recibir y celebrar al Señor en la Navidad.
     Estas misas tienen como características los villancicos y aguinaldos que se entonan, con textos alusivos al próximo nacimiento de Jesús. Canciones como Hacia Belén se encamina o Camina, camina amante José, al son de instrumentos típicos aclimatan estas celebraciones  con una tónica de espera alegre y jubilosa. Igualmente es tradición en Puerto Rico que los cantos del Ordinario de la Misa estén revestidos de música puertorriqueña.
     Después de la Misa en muchos lugares se prepara desayuno para los asistentes, a cargo de las diferentes capillas o grupos apostólicos, sin dejar de cantar villancicos y aguinaldos. Esto se hace o en los predios del templo o en casas particulares. Algunos se llevan el panecito y el chocolate en la mano para ir a sus respectivos trabajos y tratar evadir el inminente “tapón” (=congestión vehicular en la carretera).  
     Sería oportuno considerar algunos puntos importantes para mantener esta tradición en su esencia:
1.      No podemos perder de vista el carácter de vigilia de estas misas. Hay lugares que las celebran después de las 6:00 AM o hasta después, sobretodo el o los días del novenario  que caen domingo. Semejante práctica daña  el sentido teológico de las Misas de Aguinaldo. Igualmente estas misas pierden su simbolismo al celebrarse en la noche.

2.      Es clave el respetar los días correctos del novenario: desde el 16 hasta el 24 de diciembre. En muchos lugares estas misas comienzan a celebrarse el 15 de diciembre o antes, práctica que adultera el sentido de “novena” (9 días inmediatamente antes de una fiesta) y la misma tradición puertorriqueña. La Viergen María estuvo 9 meses de parto, no 10 (del 15 al 25 de diciembre hay 10 días...). Más tarde habrá tiempo para descansar...

3.      Musicalmente, aunque predominen los ritmos típicos, hay que cuidar el repertorio, para que éste sea litúrgico y propio del Adviento. Recordemos que las Misas de Aguinaldo no pertenecen al tiempo de Navidad. El carácter “de tierra adentro” de estas misas no nos excusa de violar las normas litúrgico-musicales. El texto del ordinario de la misa (sobretodo del Santo y el Cordero), debe respetarse (Cf. Liturgicæ instaurationes #3). Ni en estas misas ni en el templo hay lugar para las parrandas seculares.      

Ojalá nuestra juventud sepa valorar esta hermosa tradición aún viva con la ayuda de  todos nosotros, llamados a preservar estas tradiciones litúrgicas llenas de riqueza teológica y cultural.




[1] Cf. Nevares Nieves R, Misas de aguinaldo en Puerto Rico, importancia teológica y cultural en el siglo XXI, periódico El Visitante,  16-22 de diciembre de 2007, pag. 12.
[2] Colecciones Puertorriqueñas, The Trutman Press (Sharon Conneticut), 1983, pag. 61 (tomado del Rvdo. Juan Viera Rivera, Almanaque de Humacao, 1928).

LOS CANTOS DE LA MISA Y QUIENES LO CANTAN: comparación entre la OGMRde 1969 y del 2002.

LOS CANTOS DE LA MISA
OBSERVACIONES
Entrada
La OGMR del 2002 (#48) elimina el adverbio “alternativamente” del OGMR '69 (#26) entre el coro/cantor y el pueblo y da a entender que “todo el pueblo” puede cantar este canto sin la schola[1].
  Señor, ten piedad
La OGMR del 2002 (#52) incluye al cantor, mientras que en la OGMR del 1969 (#30) no lo menciona. Sólo mencionaba la schola. Lo cantantan todos, entre la schola y el pueblo. Ahora se habla del cantor o la schola.
Gloria
La OGMR del 2002 (#53) añade que el sacerdote (o, según las circunstancias, el cantor o el coro) comienzan el himno. El OGMR   del 1969 habla del Gloria en el #31)
Salmo responsorial
El salmista y el pueblo (OGMR ’69 #38; OGMR ’02 #61)


Aleluya
El OGMR del 1969 (#37) habla sólo que quién o quiénes comienzan el Aleluya (o todos, o la schola o un cantor). La OGMR del 2002 (# 62) es más específica: indica quiénes lo cantan (todos) y quienes lo comienzan (schola o cantor). Además indica quién o quienes cantan el verso (coro o cantor).
Credo
La OGMR del 1969 (# 44) da a entender que el Credo ha de recitarse de manera habitual. De ser cantado lo harán todos o a la vez o alternativamente. La OGMR del 2002 (# 68) destaca el Credo como un cántico (…lo han de cantar o recitar…), enfatizando quiénes y cómo se ha de cantar.
Ofertorio
Como el canto de entrada (OGMR ’69 #50; OGMR ’02 74)
Santo
Todo el pueblo con el sacerdote (OGMR ’69 #55b; OGMR ’02 # 79b)
Gran  “Amén”
El pueblo (OGMR ’69 #55h; OGMR ’02 # 79h)
Cordero de Dios
Las composiciones modernas del Cordero de Dios tienden a prescindir del carácter antifonal de esta oración (coro/cantor-asamblea), recalcado por ambos OGMR ('69 #56e; '02 #83) de tal forma que todos cantan todo, cuando se debería respetar el carácter antifonal de esta letanía.
Comunión
El coro solo o también el coro o un cantor, con el pueblo (OGMR ’69 #56i; OGMR ’02 #87)
Canto de alabanza para después de la comunión
El pueblo (OGMR ’69 #56j; OGMR ’02 #88)
Salida
Las OGMR no lo mencionan.


[1] Aunque si hay schola, lo lógico es que la misma cante a una con el pueblo.

LA NAVIDAD Y LA MUSICA LITURGICA

Por: P. Miguel A. Trinidad Fonseca  


     La Navidad es un tiempo litúrgico que merece ser trabajado no sólo en cuanto a la decoración y la predicación, sino también en lo concerniente a la música. Habiendo compartido en EL VISITANTE del pasado 28 de noviembre diversos puntos sobre la música en el Adviento, sería formidable hacer lo propio sobre la Navidad repasando algunas cosas referentes a este hermoso tiempo de nuestra liturgia:


A.    La Navidad


     En la tarde del 24 de diciembre comenzaremos el Tiempo de Navidad. Con la Navidad celebramos el misterio de Dios que se humaniza para divinizarnos. Su encarnación nos diviniza (=salva). En Oriente la Navidad se celebra el 6 de enero, y el enfoque no es tanto encarnacionista, sino uno más bien epifánico: El Verbo encarnado se manifiesta al mundo. Nuestra liturgia celebra cada 6 de enero la solemnidad de la Epifanía (=manifestación), pues se trata de un elemento clave en el misterio de la Navidad. No celebramos un mero cumpleañitos: celebramos un MISTERIO, el misterio de Dios que se encarna y se manifiesta a toda carne.  
     El color litúrgico es el blanco (= fiesta, alegría). Su duración es muy breve: de 2 a 3 semanas. La división de este tiempo fuerte  es la siguiente:


1)         Octava de Navidad. No nos conformamos con el 25 de diciembre, sino que prolongamos ese 25 de diciembre hasta el 1 de enero. Es “un  día de ocho días”, conocidos como la Octava de Navidad. En algunos de estos días celebramos diversos aspectos del misterio de la Navidad a la luz de algunos santos especiales:

a.       26 de diciembre: Fiesta de San Esteban, protomártir. Renació en Cristo derramando su sangre como Él. Es una forma de hacer renacer a Cristo.
b.      27 de diciembre: Fiesta de San Juan, Evangelista: Renació en Cristo dando a conocer su Buena Nueva. Es otra forma de hacer renacer a Cristo.
c.       28 de diciembre: Fiesta de los Santos Inocentes: Renacieron en Cristo dejándose confundir con Él. Otra forma de hacer renacer a Cristo.
d.      El domingo después de Navidad: Fiesta de la Sagrada Familia. Celebramos el misterio del Verbo divino que se integra a la familia humana, divinizándola.
e.       1 de enero: SOLEMNIDAD DE SANTA MARIA, MADRE DE DIOS: María fue verdadera Madre de Dios al dar a luz al Verbo Encarnado.


2)         Desde el 2 hasta el 5 de enero. Seguimos contemplando el misterio de la encarnación.
3)         Desde el 6 de enero (Solemnidad de la Epifanía) hasta el domingo siguiente (Fiesta del Bautismo de Señor). La Navidad es la manifestación de Dios a todos los hombres. En estos días vemos a Jesús manifestándose al mundo y al Padre manifestando al Hijo (Bautismo del Señor). Con la fiesta del Bautismo del Señor finaliza el Tiempo de Navidad.





B.     La música para el tiempo de Navidad



     ¿Qué sería la Navidad sin sus villancicos? Y más en nuestro Puerto Rico… Aunque tenemos un gran repertorio navideño, hay que recordar y recalcar que no todos estos cantos son idóneos o apropiados para el culto divino. Recordemos que las parrandas navideñas no se cantan en la Misa o en otra acción litúrgica. Hay que ver la calidad de los textos y no solo los ritmos. La Navidad es el tiempo litúrgico más breve, pero es el segundo más importante después de la Pascua (Cf. Normas universales para el año litúrgico #32) y merece toda nuestra dedicación y respeto.

     Comparto con los encargados de los ministerios musicales de nuestras comunidades algunos consejos de utilidad que se pueden tomar en cuenta a la hora de planificar lo concerniente a la música litúrgica en la Navidad:



    1. Revisar nuestro repertorio navideño y seleccionar los cánticos verdaderamente apropiados para la Liturgia y dejar los demás para otras circunstancias navideñas (parrandas, fiestas, etc.).
    2. Esforzarse por aprender al menos cada dos años al menos un cántico litúrgico para la Navidad y enseñarlo a la asamblea. Es bueno tener un repertorio litúrgico relativamente amplio para la Navidad, aunque estemos hablando de un tiempo breve.
    3. Tener cánticos del Ordinario propios para la Navidad (Señor, ten piedad, Gloria, Santo y Cordero de Dios), sin olvidar que el texto oficial en español de estos cánticos debe ser tal y como aparece en el misal romano. Estos cánticos podrían ser los mismos que entonamos en las Misas de Aguinaldo.
    4. Lo ideal es que tengamos un buen repertorio para que los 4 cantos procesionales sean de Navidad y no del Tiempo Ordinario.

Que la música navideña en nuestras liturgias redunde en un ennoblecimiento de las mismas en nuestras respectivas comunidades.


EL ADVIENTO Y LA MUSICA LITURGICA

[1]

Por: P. Miguel A. Trinidad Fonseca

     El Adviento, pese a su brevedad, juega un papel clave para que podamos celebrar genuinamente la Navidad. Unos cánticos adecuados nos ayudarán a vivir este tiempo de nuestra liturgia tan descuidado e ignorado. La música contribuye a que el Adviento sea vivido debidamente y cumpla con su cometido de prepararnos para la Navidad. Comparto con ustedes, sobretodo con los encargados del canto litúrgico de nuestras parroquias, estos apuntes que muy bien nos podrían ayudar a valorar nuestro ministerio musical en el Adviento.      
A.    El Adviento

     Es el tiempo de “preparación” para las solemnidades de Navidad, en las que se conmemora la primera venida del Hijo de Dios a los hombres, y es a la vez el tiempo en el que por este recuerdo se dirigen las mentes hacia la expectación de la segunda venida de Cristo al fin de los tiempos (Normas Universales para el Año Litúrgico 39). Al celebrar anualmente la liturgia del Adviento, la Iglesia actualiza esta “espera” del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda venida (Catecismo de la Iglesia Católica 524).
     El color propio de este tiempo es el morado. Su duración es de unas 4 semanas y siempre tiene 4 domingos. Siempre comienza el domingo que cae más cercano al 30 de noviembre (si cae ese día, en ese día comienza el Adviento). Este tiempo termina el 24 de diciembre en la tarde.
     Algo muy importante y que solemos olvidar es que el Adviento tiene 2 partes, a saber:

·         desde el primer domingo de Adviento hasta el 16 de diciembre, inclusive. En este tiempo nos fijamos más en la segunda venida de Cristo; tomamos conciencia de ese inminente acontecimiento y nos preparamos para ellos suplicándole que venga a nosotros y cumpla sus promesas (♫Ven Señor, no tardes...)
·         desde el 17 de diciembre hasta la tarde del 24 de diciembre: La tónica espiritual cambia totalmente,  pues nos fijamos más en la primera venida, acompañando litúrgicamente a María y a José en su preparación para la venida del Emmanuel (♪Hacia Belén se encamina...). Los signos externos de alegría comienzan a proliferar (arbolitos y guirnaldas) como reflejo de nuestra preparación interior para recibir al Señor.


B.     La música para el tiempo de Adviento


     Durante el tiempo de Adviento los cantos deben enfocarse en el Adviento. Es sumamente importante que se respete la espiritualidad de las dos partes del Adviento, y más aún, que se respete el Adviento en sí. Hay que evitar a toda costa cantar cánticos pertenecientes a la segunda parte del Adviento en la primera parte del mismo. Recordemos que podemos cantar el Aleluya en Adviento. Cuando no se puede cantar es en Cuaresma. En Adviento no se canta el Gloria, excepto en la solemnidad de la Inmaculada Concepción y en la fiesta de la Virgen de la Guadalupe.

     También ha que recordar que los instrumentos musicales se usan sólo para sostener el canto, por lo que no podemos recurrir a la música instrumental en Adviento (Cf. Músicam Sacram 66). La sobriedad en la instrumentación debería tomarse en cuenta, de tal forma que la misma contraste con la que se usará en Navidad (Cf. Ceremonial de los Obispos 236). Otra cosa importante: en las Misas de Aguinaldo los cantos son propios de la segunda parte del Adviento, no de Navidad.

     Algunas sugerencias musicales para el tiempo de Adviento:

1.      Esforzarse por aprender cada año un cántico de Adviento diferente y enseñarlo a la asamblea.

2.      Sería conveniente tener un cántico de 4 estrofas que acompañe el encendido semanal de las velas de la corona de Adviento.

3.      Tener cánticos del Ordinario propios para el Adviento (Señor, ten piedad; Santo; Cordero, etc.), de modo que sirvan de “indicadores” del Adviento.

4.      Lo ideal es que tengamos un buen repertorio para que los 4 cantos procesionales sean de Adviento (Cf La Música en el Culto Católico -Comisión Episcopal Estadounidense de Liturgia- ##61-62). Esa es una tarea que los coros deben realizar al menos unos pocos meses antes del primer domingo de Adviento.

5.      El tercer domingo de Adviento es conocido como el “Domingo Gaudete” (del gozo). El sacerdote y el diácono pueden usar ornamentos rosados. Es recomendable tener algún canto de Adviento que toque el tema de la alegría propia de este tiempo.

6.      El cuarto domingo de Adviento siempre es un domingo mariano. También es recomendable tener par de cánticos para este domingo que toquen el tema de María en el Adviento (p.e.: ♫ La Virgen sueña caminos).

Que nuestro ministerio musical bien ejercido en el seno de nuestras parroquias contribuya para una participación más consciente, activa y piadosa en nuestras celebraciones litúrgicas.

[1] Esta es una versión más resumida y mejorada. La original fue publicada en el semanario católico de Puerto Rico EL VISITANTE del 12 de diciembre de 2010.

miércoles, 4 de enero de 2012

La importancia del canto en las celebraciones litúrgicas

Todos sabemos que la música juega un papel importante en nuestras celebraciones litúrgicas. Un pueblo que canta con entusiasmo, sea “a capella” o acompañado por instrumentos musicales, participa activamente del culto litúrgico que le tributamos a Dios y aprovecha mejor este culto terrestre, que ha de ser imagen y anticipo de la liturgia del cielo. Comparto con ustedes, queridos lectores, sobretodo con los miembros de los ministerios de música parroquiales y los que intervienen regularmente en este campo, citas selectas de algunos documentos de la Iglesia que nos hablan sobre la importancia de la música en la liturgia. No es mala idea recordar que la Iglesia también nos enseña y orienta en lo que concierne a la música litúrgica.

     El papa San Pío X, en su famoso “motu proprio” Tra le sollecitudini #1 nos dice: “La música contribuye a aumentar el decoro y esplendor de las solemnidades religiosas, y así como su oficio principal consiste en revestir de adecuadas melodías el texto litúrgico que se propone a la consideración de los fieles, de igual manera su propio fin consiste en añadir más eficacia al texto mismo, para que por tal medio se excite más la devoción de los fieles y se preparen mejor a recibir los frutos de la gracia, propios de la celebración de los sagrados misterios”. El papa Pío XII, en su encíclica Músicæ sacræ disciplina #1 nos enseña que el arte de la música ha de ayudar “al mayor esplendor del culto divino y fomente más eficazmente la vida espiritual de los fieles”.  El Concilio Vaticano II nos recuerda en la Sacrosanctum concilium #112 que “la música sacra, por consiguiente, será tanto más santa cuanto más íntimamente esté unida a la acción litúrgica, ya sea expresando con mayor delicadeza la oración o fomentando la unanimidad, ya sea enriqueciendo la mayor solemnidad los ritos sagrados”.  El documento Músicam Sacram #5 recalca que “la acción litúrgica adquiere una forma más noble cuando se realiza con canto: cada uno de los ministros desempeña su función propia y el pueblo participa en ella. De esta manera, la oración adopta una expresión más penetrante; el misterio de la sagrada liturgia y su carácter jerárquico y comunitario se manifiestan más claramente; mediante la unión de las voces, se llega a una más profunda unión de corazones; desde la belleza de lo sagrado, el espíritu se eleva más fácilmente a lo invisible; en fin, toda la celebración prefigura con más claridad la liturgia santa de la nueva Jerusalén. Por tanto, los pastores de almas se esforzarán con diligencia por conseguir tal forma de celebración”.  La Ordenación general del misal romano #37 subraya que hay cánticos que son ritos en sí, como el “Gloria”, el salmo responsorial, el Aleluya con su versículo, el “Santo”, la aclamación post-consagración e incluso el cántico para después de la Comunión. Hay otros cánticos que acompañan un rito, como el de entrada, presentación de las ofrendas, el “Cordero de Dios” y el de Comunión.

     Podríamos ojear otros documentos litúrgico-musicales, pero las citas presentadas nos presentan las ideas esenciales. Resumiendo, podemos decir que la música litúrgica es importante porque:

1.    solemniza nuestras celebraciones;

2.    expresa y profundiza nuestra oración al ésta ser cantada;

3.    fomenta la devoción y la espiritualidad;

4.    nos dispone a recibir los frutos de gracia que Dios nos comunica;

5.    hace Iglesia y fomenta la unidad.



     Nos podemos preguntar: ¿La música litúrgica de mi comunidad me ayuda a unirme más a Dios y a mis hermanos? ¿Participo cantando en la Misa de mi comunidad de fe o sólo escucho? ¿Oro mientras canto? ¿Realmente el canto litúrgico sirve a la celebración o SE SIRVE de ella? Ojalá sepamos aprovechar este recurso tan extraordinario e insustituible para que nuestras liturgias sean en verdad para gloria de Dios y para nuestra santificación (Cf. San Pío X: Tra le solecitudini 1).